Inteligencia artificial y humana, una combinación necesaria en el sector inmobiliario

La inteligencia artificial (IA) posee un enorme potencial transformador de la actividad económica y su efecto ya se ha dejado notar en numerosos sectores, una tendencia a la que el mercado inmobiliario no es ajeno. Todos los eslabones de la cadena de valor del sector –promotores, Socimis, inversores, entidades financieras e incluso despachos de abogados y arquitectos– trabajan para integrar en su operativa diaria las utilidades de esta disruptiva tecnología.

Sin embargo, dentro del mercado del Real Estate, uno de los eslabones donde mayor impacto puede tener la aplicación de la inteligencia artificial y su potencial transformador es en el de los consultores inmobiliarios: la correa de transmisión que conecta a todos los involucrados de la cadena de valor del sector y pone en marcha los engranajes del mercado inmobiliario.

Las ventajas internas que pueden experimentar las consultoras inmobiliarias –igual que el resto de compañías– aplicando el uso de la IA son numerosas y significativas. Entre ellas se incluyen la gestión y análisis de datos, la agilización y automatización de procesos, la capacidad de realizar predicciones precisas, la mejora sustancial en la experiencia del cliente o la optimización de recursos. Pero estas ventajas son de sobra conocidas por todos, por lo que no voy a detenerme en desgranarlas.

Donde la inteligencia artificial marca una diferencia clara para la consultoría inmobiliaria es en la capacidad de impulsarnos en el trabajo externo que desarrollamos para los clientes, brindando servicios, soluciones y respuestas.

Entre las acciones más beneficiadas al aplicar la IA en la consultoría inmobiliaria destacarían: inferir ideas y soluciones para gestionar una cartera de activos inmobiliarios –bien como usuario o como inversor–, decidir a qué tipología de activos destinar el capital, elegir las mejores ubicaciones para los inmuebles o encontrar la oficina ideal para las necesidades del equipo.

Con esto en mente, la forma de conseguir crear valor pasa por tres pilares fundamentales que debemos considerar y aplicar siempre que utilicemos la inteligencia artificial en la consultoría inmobiliaria.

En primer lugar, debemos reconocer que la IA, por sus condicionantes y su mecánica, no puede actuar por sí misma, necesita hacerlo sobre conjuntos de datos que le permitan identificar patrones. Es por esto que la cantidad y, sobre todo, la calidad de la información de la que se nutran las herramientas de inteligencia artificial son imperativos para la aplicación exitosa de esta.

Por tanto, solo con datos de calidad podremos explotar el verdadero potencial de la inteligencia artificial. Para ello necesitaremos tanto datos propios –basados en las transacciones asesoradas, en nuestra relación con inversores y propietarios, y fruto de nuestro análisis del mercado– como de fuentes externas, como pueden ser estadísticas de Administraciones Públicas, reguladores o de terceras compañías.

Además de la importancia de los datos, es fundamental reconocer que el negocio de la consultoría inmobiliaria también se sustenta en el contacto personal, en las personas. En consecuencia, el segundo y tercer aspecto están intrínsecamente ligados a un componente humano esencial.

El segundo aspecto fundamental de nuestra labor radica en la capacidad de traducir los complejos patrones, tendencias y probabilidades que la inteligencia artificial infiere, transformándolos en información valiosa para nuestros clientes. Esta habilidad no solo nos permite ofrecer soluciones precisas y personalizadas, sino que también garantiza que nuestros clientes puedan tomar decisiones informadas y estratégicas, basadas en un análisis riguroso y detallado de la información proporcionada por la IA.

Llegados a este punto, la exposición de algunos ejemplos aportará algo de luz. Las herramientas de IA que utilizamos en JLL, varias de ellas diseñadas internamente por equipos especializados, pueden ayudarnos a identificar y analizar en profundidad las características de los edificios propiedad de inversores institucionales –número de inquilinos, certificaciones de sostenibilidad, inferir el tiempo que un fondo de inversión suele mantener un activo en su cartera, los vencimientos de una emisión de obligaciones, o los activos que los fondos oportunistas prefieren adquirir en un momento determinado del mercado, entre otras muchas habilidades.

Sin embargo, cruzar estos patrones que la inteligencia artificial permite extraer con los comportamientos y el proceso de toma de decisiones intermediadas por la inteligencia humana es lo que marca la diferencia. Y es que, ni las decisiones de los directivos son automáticas ni los patrones de comportamiento del capital siempre se cumplen. Entender estos matices sólo está al alcance de los humanos.

Y esto nos lleva al tercer pilar que permitirá a los consultores inmobiliarios desbloquear todo el potencial de la inteligencia artificial en beneficio de nuestros clientes y de la sociedad: el factor humano. Una vez la inteligencia artificial nos haya permitido extraer patrones, tendencias y probabilidades; y el cerebro humano haya analizado y adaptado estos datos al sentimiento de mercado, queda, tal vez, el paso más complicado: convencer de que los resultados, las sugerencias, nacidas de la combinación de ambas inteligencias son el mejor cimiento sobre el que construir las decisiones de inversión. Y esto, de nuevo, solo está en la mano de los humanos.

En definitiva; la inteligencia artificial multiplica el potencial de dos de los aspectos clave de la consultoría inmobiliaria; los datos y las personas. En las manos de estas últimas está el poder aprovechar todo su valor. Estamos en disposición de hacerlo, beneficiando con ello al mercado inmobiliario en su conjunto.

*Artículo publicado originalmente en El Confidencial